jueves, 14 de agosto de 2008

LECTURA CONOCIMIENTO


En relación con la ciencia es común hablar del conocimiento, hay quien piensa que el conocimiento es único, es decir, que hablar de conoci­miento es o significa hablar del "conocimiento científico". Mas es im­portante aclarar que cuando se habla de conocimiento hay que entender algunas cosas previamente, como es el hecho de que no existe un solo tipo de conocimiento sino que, realmente, y de manera agrupada, se identifican tres tipos o niveles de conocimiento. Por ello, es importante reconocer que cuando se hace referencia al conocimiento, en realidad se está queriendo decir que el conocimiento no está dado; es decir, que conocer no significa conocer de una manera definitiva y determinante, sino que más bien, conocer significa: un conocer relativo o momentá­neo, ya que el conocimiento es un proceso inacabado.

 

Para poder hablar de conocimiento es necesario señalar que deben existir por lo menos dos componentes:

1. Un sujeto (S) cognoscente, alguien que quiera o pueda conocer.
2. Un objeto (O) cognoscible, alguien que sea susceptible de ser conocido.


La relación que se establece entre el sujeto (S) y el objeto (O) es lo que hace posible la existencia del conocimiento.

Por ejemplo, un recién nacido empieza a tener relación con el mundo exterior a través de los sentidos, él no tiene ni idea de lo que se presen­ta frente a él; escucha, aunque no entiende lo que oye; huele, aunque tampoco sea capaz de diferenciar los olores, etcétera. Esa es la cuestión precisamente, el ser humano comienza a conocer, empieza a percibir el mundo que le rodea, en primer lugar mediante sus sentidos, son la unica manera que tiene de comenzar relacionarse con el mundo. Tanto el hombre en sus orígenes como el bebé llegan a este mundo y lo pri­mero que hacen, sin saberlo, es activar sus sentidos y, entonces, empiezan a "saber", a conocer, a descubrir el todo.
El sujeto que va o pretende conocer lo hace apoyado en sus sen­tidos. Así observa a su alrededor y lo único que hace es contemplar. Un bebé se altera con el ruido, se altera con el frío, con el hambre, et­cétera. El ser humano está frente al mundo, el sujeto está frente a los objetos:

El sujeto está ahí frente a los objetos, frente a lo que le rodea. La primera relación, el primer contacto que tiene con los objetos le van conformando un conocimiento, no quiere decir que ese primer contacto a través de los sentidos, sea ya un conocimiento, sino que, desde ese momento, empieza a construirse el conocimiento. Cuando el bebé, o el ser humano en sus orígenes, ve un objeto existe un primer contacto entre el sujeto y el objeto y el resultado de este primer contacto es, aunque incipiente, conocimiento.

Es probable que cuando se mira por primera vez un objeto éste no le diga absolutamente nada, así como cuando el bebé mira a su alre­dedor y pareciera que nada llama su atención; sin embargo, a fuerza de la repetición es posible que comience a identificar a su mamá, ya sea por la voz, por algún o algunos rasgos físicos, por los cuidados (satisfactores) que ésta le proporciona, etcétera, si así no fuera el bebé no podría expresar su desaprobación cuando le toma en brazos cual­quier otra persona. Él ha comenzado a diferenciaran objeto conocido de otro que le es ajeno. Efectivamente, la única manera que tuvo el bebé para hacer posible la identificación de su mamá fue por la obviedad de que ya la conocía, pero ¿cómo es posible que llegara a conocerla sin saber cómo hacerlo? Si bien es cierto que el pequeño no sabe qué es lo que hace que esta persona sea su mamá, también es cierto que sabe lo que no es su mamá y por ello puede diferenciar filtre una persona y otra, no sabe en dónde está la diferencia, pero la advierte y la expresa.

Por ello es posible reconocer que cuando hay dos objetos ante el ser humano, sin saber qué son o por qué son, es posible que a partir de determinadas características pueda establecer la diferencia, por ejem­plo, si se trata de diferenciar dos figuras:
Claro está que a lo mejor no se sabe qué representa una y qué re­presenta otra figura, tal vez sea fácil establecer la diferencia entre una y otra; ya sea por una característica o por otra la discriminación podrá establecerse.
Si un sujeto mira un objeto y luego cambia la mirada hacia otro, por ejemplo, si primero se miraba un florero y después una ventana. El sujeto que observa podrá diferenciar el primer objeto del segundo, tal vez sin poder expresar claramente por qué son diferentes, mas la diferencia para él es clara. Lo mismo sucede con un bebé, mira y es posible que dife­rencie pero no puede establecer en dónde radica dicha diferencia. El sujeto observa el florero, lentamente va cambiando la mirada y ahora la fija en la ventana, regresa a mirar el florero, este ejercicio lo puede hacer una y otra vez. Del florero a la ventana; si aparece un tercer ob­jeto: una lámpara, entonces tendrá que establecer la diferencia entre un florero, una ventana y una lámpara.
Lo mismo que el ser humano en sus orígenes, o que el bebé, se trata y se ha tratado a lo largo de la historia, que el sujeto sea capaz de dife­renciar un objeto de otro, y de otro y de otro. El sujeto está frente al objeto.

Aunque en realidad el sujeto se esté relacionando con más de un objeto, el sujeto cognoscente tiene la posibilidad de diferenciar, de "re­conocer" las diferencias entre un sinfín de objetos.

Un sujeto está frente a un sinnúmero de objetos, reconocerlos sig­nifica haberlos conocido previamente. Si el sujeto es capaz de diferen­ciar entre un objeto y otro, entonces es capaz de diferenciar un objeto de oíros objetos. Con el simple hecho cíe reconocerán objeto podrá es­tablecer un sinfín de diferencias con cualquier otro objeto que no sea "conocido". Por ejemplo, si está frente a dos representaciones numé­ricas:
Es sumamente fácil identificar el número cinco arábigo, este número es reconocido como el número 5, significa que para que sea un cin­co (5), es posible diferenciarlo de un dos (2). Entre un número y otro es posible reconocer cuál es cuál y saber cómo se escribe y hasta es posible saber qué significa cada uno de ellos, pero esto no obliga a nadie a saber qué es un número. Sin embargo se sabe contar aunque no se sepa qué es un número.

Para los antiguos mexicanos la pequeña línea horizontal significaba cinco. Se está más acostumbrado a la numeración arábiga y se tiene poca familiarización con la numeración maya. El sujeto estuvo ante dos objetos diferenciándolos a partir del reconocimiento de uno de ellos.

El sujeto pudo establecer la diferencia entre dos objetos, al momento lie mirarles comenzó el proceso de reconocimiento. El sujeto es quien pretende conocer, es el único que puede llegar a conocerá los objetos y, por lo tanto, el único que puede llegar a conocer.

Cuando el bebé nace, comienza a relacionarse con los objetos, has­ta llegar a ser capaz de "reconocer" quién es su "mamá", identifica el biberón, etcétera. A pesar de todo, no sabe por qué esta persona es su manía, evidentemente desconoce el hecho biológico, jurídico y psico­lógico que posibilitan esa relación de madre e hijo. Lo único que sabe o que conoce es que esta persona está con él y aprendió a llamarle mamá.


El proceso de conocer

Muchas veces se piensa que los objetos por conocer están ahí para ser conocidos, casi de manera pasiva, es decir, que basta con que el sujeto se disponga a conocer para que el conocimiento exista. En realidad el conocimiento sólo es posible porque se da la relación entre el sujeto y el objeto. Esta relación, aunque lo parezca, no es lineal, simplemente es una relación sujeto-objeto.

El sujeto que pretende conocer o que conoce se pone en contacto con el objeto, éste no se queda pasivo como si no pasara nada, el objeto, aunque parezca, no se queda inmóvil esperando a que el sujeto influya en el, ya que el objeto también es capaz de influir en el sujeto.

Si es el sujeto el que quiere conocer, entonces va al objeto y el objeto está ahí para ser conocido, pero en muchas ocasiones el objeto es quien va al sujeto. Imagine que el ser huma no en sus orígenes va caminando tranquilamente, de repente, empieza a llover; en este caso fue la lluvia quien ha sorprendido al sujeto, el objeto fue al encuentro con el objeto. De igual manera, imagínese a un bebé que, de repente, es mo­lestado por un mosquito mientras duerme. El objeto fue al encuentro del sujeto.

La primera impresión que tuvo el ser humano acerca de la lluvia fue posible porque la lluvia, el objeto, fue al sujeto. La primera impresión que tuvo el bebé del mosquito fue posible porque ha sido el mosquito, objeto, quien ha ido al encuentro del sujeto. Entonces, es el hombre quien en sus orígenes enfrenta a los objetos, pero también son los objetos quienes se presentan frente al hombre. Es decir, a lo largo de la his­toria de la humanidad ha sido un encuentro mutuo el que se ha dado entre el sujeto y los objetos. En algunos momentos parece clara la idea de que es el hombre quien identifica a los objetos de estudio, mas en otros momentos también es clara la situación en donde los objetos sor­prenden a los sujetos.

Entonces no siempre es el hecho que el hombre va a los objetos, no siempre el sujeto cognoscente "va" a los objetos cognoscibles, sino que también es muy probable que sean los objetos quienes se di rigen a los sujetos.

Aun en el caso de que el sujeto sea quien vaya al objeto, el primer contacto es del sujeto, pero de ahí en adelante ya no podrá establecerse de una manera tan clara, quién va al encuentro de quién.


Ya que si el sujeto "va" al objeto, inmediatamente, casi de manera imperceptible, el objeto "va" ahora al sujeto. Por ejemplo, si el sujeto observa un árbol (O). El sujeto fue al objeto, inmediatamente el objeto "va" al sujeto.

Porque una vez que el sujeto mira al objeto, éste (árbol) "va" a los ojos del sujeto "dejándose ver" (color, tamaño, forma, etcétera). En rea­lidad, la relación entre el sujeto y el objeto no es del sujeto al objeto, esta puede ser una de las modalidades pero no se trata de una relación unilateral (del sujeto al objeto) sino, de una relación multilateral, o por lo menos, dígase de momento, bilateral:

En este sentido la relación que se establece entre el sujeto y el objeto es de "ida y vuelta". Por ejemplo, imagínese que se trata de investigar algo acerca de un tema (objeto) que para el investigador es totalmente desconocido. Es decir, el sujeto "va" a ir al objeto. Y se trata de ir a investigar algo sobre la teoría del Big Bang. El investigador no sabe de nada dicha teoría, entonces él tendrá que comenzar a investigar y lo primero que encuentra es que esta teoría trata acerca del origen y evo­lución del universo.
Primero, el sujeto fue al objeto (investigó qué era eso de la teoría del Big Bang) después, el objeto fue al sujeto (se dejó ver, ya que el investigador "supo" que se trata de una teoría que explica el origen y evolución del universo). El investigador sólo sabe eso, de qué trata la ironía, no sabe más. Conforme el investigador va adentrándose al obje­to, va cambiando su concepción o apreciación acerca del objeto que investiga y sobre sí mismo. Con estos cambios que experimenta, también se suceden cambios en el objeto investigado.
Cuando el investigador tenía que hacer una investigación sobre la teoría del Big Bang, no sabía más que eso: el nombre de la teoría. El sujeto fue al objeto. Cuando el investigador se adentra en el objeto, sabe a qué se refiere dicha teoría (sobre el origen y evolución del universo). El objeto ahora va al sujeto. Conforme el investigador va aprendiendo cosas sobre su tema de estudio va cambiando, ya no es el mismo sujeto que desconocía todo acerca del objeto, ahora sabe más acerca de la teoría y acerca de un saber cultural, por ello ya no es el mismo investigador que desconocía todo sobre el tema (objeto) ya que ahora sabe, por lo menos, que esta teoría propone cosas como las siguientes: el universo sr originó con una gran explosión, la cual fue posible por una alta concentración de energía y de una masa sumamente densa; tal concen­tración causó una gran explosión que provocó que de una gran masa Incandescente se desprendieran varios pedazos, con los que se forma­ron las galaxias, las estrellas, nuestro sistema solar. Esta teoría propone que el universo tiene una edad aproximada de 15 mil millones de años; al darse la gran explosión sus componentes se fueron enfriando por ser una masa incandescente; nuestro sistema solar se formó hace aproxi­madamente unos 4 500 millones de años. Además, nuestro Sol es una estrella de la tercera generación, donde las primeras plantas tienen una edad aproximada de 500 millones de años, y el primer dinosaurio da­tará de hace unos 15 millones de años.
Con este tipo de información, el investigador no puede ser el mis­mo que antes de comenzar la investigación, ya que al momento que se va investigando el conocimiento que sobre el tema (objeto) se adquie­re, va operando cambios en la manera de pensar. Por lo menos si suce­de como en el ejemplo mencionado, el investigador ignoraba absolutamente todo lo concerniente acerca de la teoría del Big Bang, su concepto acerca del origen y evolución del universo no pueden per­manecer igual, puede ser que no acepte los postulados de esta teoría y siga creyendo en sus propios postulados pero, el simple hecho de con­firmarlos ya hacen que el investigador no permanezca igual, no sea el mismo. Ahora bien, si no tenía información, porque no le interesaba, acerca del origen y evolución del universo, ahora tendrá algunas ideas, mínimas claro está, pero ideas al fin y al cabo. Difícilmente puede reunirse a lo que se sabe. Porque, electivamente, esta teoría es la más aceptada para explicar el origen y evolución del universo y las pruebas son contundentes: la temperatura del universo se mantiene constante en 3 K, el desplazamiento o distancia que tiene una galaxia de otra coinciden con la velocidad y distancias actuales en relación con el ori­gen de la expansión del universo. Efectivamente, el sujeto que investiga va transformando su propio conocimiento acerca del tema investigado, es decir, el objeto (tema de investigación) va transformando al sujeto investigador.

Imagine que se tratara de una jovencita que tiene que investigar algo acerca de la sexualidad humana y resulta que ella está experimentando en sí misma una serie de cambios de orden fisiológico y anatómico y que, probablemente, no advierte que la sexualidad humana es un pro­ceso de evolución y que poco a poco habrá de notar los cambios en ella operados. Al ir realizando la investigación "descubre" que existe la menstruación, la aparición del vello púbico, etcétera. Aunque la joven Investigadora no interprete adecuadamente la información recabada, podrá contrastar que la información existente es posible "comprobar­la" con sus propias vivencias; esta información no podrá ser ignorada, ya no se trata únicamente cíe cumplir con la investigación, sino que ahora ve descubierto su propio proceso de vida por la información recabada. Así como el joven investigador que pretende conocer qué es la mastur­bación y al investigar se entera que es posible que él produzca espermatozoides y que su esperma puede fecundar un óvulo y con ello iniciar un proceso de fecundación; es decir, el joven descubre que puede procrear, ¡ser padre!, porque es capaz de producir espermatozoides. El sujeto investigador no puede ser el mismo, aunque quisiera, porque así como él puede influir en el objeto, éste ha influido en él. El objeto que es estudiado no es pasivo sino sumamente activo.
Piense, por ejemplo, en objetos de estudio como la erupción volcá­nica, el estudio del mar o los ríos; no son objetos pasivos, sino extraor­dinariamente activos; de hecho, no hay, no existen objetos de estudio "pasivos", pueden parecerlo pero no lo son.
El sujeto también influye en el objeto que investiga, recuerde que el investigador que pretendía conocer algo acerca de la teoría del Big Bang, ahora bien que mal ya tiene una idea mínima de lo que se trata la leona y podrá hacer comparaciones con otras teorías o explicaciones al respecto, como la que proporciona la religión, donde el origen de todo lo que existe es obra de Dios. Si antes de la investigación sobre la teoría del Big Bang sólo se conocía la explicación religiosa, ahora el sujeto cuenta con otra explicación sobre el mismo objeto o tema. El sujeto ahora puede dejarse influir o influir en cualquiera de las explicaciones cono­cidas, puede ponerlas a prueba, indagando cada vez más acerca del tema u objeto. Ahora el objeto no se puede resistiré sujeto y, entonces, el sujeto puede influir sobre el objeto. Piense que el investigador está frente a un vaso con agua y se trata de que, ahora, el investigador influya abiertamente en el objeto, así al vaso con agua agregará una cucharada de sal y moverá la mezcla hasta disolver los dos componentes y obser­vará, o bien, pretenderá acercar el vaso con agua al fuego, precisamen­te para observar los cambios operados en el líquido, como son la aparición de pequeñas burbujas, la temperatura, etcétera. El sujeto puede manipular, influir infinidad de veces en el objeto.

Cuando el sujeto (el ser humano) se pone en contacto con los ob­jetos se establece una relación que dista mucho cíe ser unilateral, sólo del sujeto al objeto, más bien se establece una serie de relaciones, don­de el sujeto influye y es influido por el objeto, y donde el objeto es influido e influye en el sujeto.

Por eso el conocimiento es un proceso, porque el conocimiento no está dado, acabado. Un objeto nunca es conocido de manera definiti­va, para siempre, sino que, más bien, se trata de ir conociendo al obje­to poco a poco; y se le conoce en cada hallazgo, en cada aportación, en cada etapa cíe la vicia. Por ejemplo, un niño que juega con su mascota, un perro. El niño desde el primer momento que vio al perro (y desde el momento en que el perro vio por primera vez al niño) empezó a establecer una serie de relaciones de ida y vuelta. Cada gracia del pe­rro influye en el niño, cada caricia del niño influye en el perro. A pesar de todo, el niño sólo conoce hasta cierto nivel al perro, cuando ese niño llega a ser adolescente y tiene una nueva mascota (otro perro), no se relacionará con él de la misma manera que cuando era niño. Hay cosas que han cambiado, porque el sujeto ya no es el mismo. Lo que de niño conocía con relación al perro ahora ha cambiado, su conocimiento de adolescente le hace concebir al perro cíe manera diferente, y lo que conoce- ahora sobre los perros es más elaborado que lo que conocía cuando era niño. Y todavía más, si se supone que ese joven estudia veterinaria, entonces el conocimiento que tiene ahora acerca del perro es muy distinto al conocimiento que tenía de él cuando era niño o cuando era adolescente.

El sujeto ha cambiado, conforme va conociendo, su concepto de las cosas va modificándose. El sujeto no siempre es el mismo y por lo tanto siempre mira o piensa las cosas de la misma manera.
Así como un bebé no sabe por qué esta señora es su mamá, tampoco un niño puede explicarse el hecho de que deja de serlo para pasar a ser adolescente. Tanto de niño, como de adolescente, o de adulto, puede ser que se vean las mismas cosas, los mismos objetos, pero nunca se verán de la misma manera. Así como el sujeto cambia conforme va evolucionando, conforme va conociendo más acerca de los objetos que le rodean, el objeto o los objetos también se transforman, nunca son los misinos aunque parezca que sí. Imagine que se tiene una naranja como objeto de estudio, la naranja está frente al sujeto, si esa naranja es dejada ahí durante varios días ésta cambiará, comenzará un proceso de descomposición irreversible. Por ello, ningún objeto inanimado o ani­mado permanece igual a sí mismo. Muchas veces no alcanza la vida del ser humano para conocer todos los cambios que se operan o experi­mentan en los objetos de estudio. Piense, por ejemplo, que se echa una piedra al río, una piedra que no es de río, por lo tanto no es lisa como las típicas piedras de río. Esas piedras son lisas porque el constante paso del agua las ha hecho lisas, no porque así sean. Y se decía, se trata de observar cómo la piedra va haciéndose lisa como las piedras de río. El sujeto debe estar observando este hecho, y pasará mucho tiempo para que el sujeto pueda apreciar abiertamente los cambios experimentados en la piedra. Al paso del tiempo se observará que la piedra comienza a cambia r, el objeto, no permanecerá igual. De igual modo, ahora suponga que se deja un trozo de madera a la intemperie, con el paso del tiempo podrían advertirse cambios en la madera, por las influencias experimentadas por los cambios de temperatura, la exposición al sol, la lluvia, etcétera. Ni el sujeto ni el objeto permanecen iguales, inmutables: son cambiantes.


El sujeto cambia por su propia evolución de vida, no puede per­manecer por siempre como un niño; su propia evolución, su propio desarrollo le hacen cambiar, pero además, el sujeto también cambia por las experiencias que ha tenido en su vida, su pensamiento se ve transformado, un adulto no piensa de la misma manera que un niño, para bien o para mal, no piensan de la misma manera. El objeto, los objetos van cambiando por su propia evolución, porque no son eter­nos, también cambian porque los sujetos influyen en ellos. Esta rela­ción de cambios constantes entre el sujeto, por sui parte, y el objeto, por la suya, y por la relación establecida entre ambos hace que el conocimiento sea un proceso inacabado. El conocer siempre estará presente porque se establecerá un sinfín de relaciones entre el sujeto y el objeto.

Ahora bien, si se ha reconocido el hecho de que los sujetos no son iguales a sí mismos en cada una de sus etapas de vida, también es posible reconocer que dos sujetos no son iguales entre sí. Por ejemplo, dos jóvenes pueden tener opiniones, conocimiento» diversos ante un mis­mo objeto. No mirarán de la misma manera, no pensarán de la misma manera por el simple hecho de que son de la misma "generación", es como si se quisiera suponer que un joven del campo pensará de la misma manera que un joven de la ciudad. Ya se ha dicho que los contextos tanto materiales como sociales condicionan la existencia humana.
Los sujetos no observarán de la misma manera un mismo objeto, por ejemplo, si en una escalera se encuentran dos sujetos del mismo sexo, cíe la misma edad, con la misma escolaridad, de igual condición social y económica, son dos sujetos sumamente parecidos, aun con todo eso no mirarán de la misma manera el objeto porque están colocados en lugares diferentes, la perspectiva los hará hablar de la misma escalera de manera muy diferente. Porque uno está en el extremo superior y el otro está en el extremo inferior de la escalera.

Los sujetos pueden parecerse mucho, pero nunca serán exactamen­te iguales, dado que ni siquiera un mismo sujeto es igual a sí mismo.

Cuando dos o más sujetos están frente a un mismo objeto, cada uno, se esforzará por ser objetivo o imparcial y tratará de mirar el objeto, pero la colocación cíe cada uno de los sujetos los hará "mirar" cosas diferen­tes, y esto no es un hecho que se le pueda reprochar al objeto, ni mucho menos a los sujetos:

Es tanto como querer decir que los alemanes tienen que pensar de la misma manera que los mexicanos, o viceversa; nuestros procesos de vida (historia, sistema político, economía, etcétera) nos han hecho diferentes, y gracias a ello la humanidad se ha podido "especializar" en un sinfín de actividades, si no sería tanto como suponer que, como todos los seres humanos somos "iguales", todos debemos pensar y concebir las cosas de la misma manera. Y con ello se le está dando poca oportunidad al avan­ce de la civilización, de la cultura, de la ciencia.

Cada sujeto "mirará" un mismo objeto de manera diferente, y por ello se obtendrá un conocimiento distinto. No todos los seres humanos pueden mirar exactamente lo mismo, por lo tanto los resultados de sus observaciones tampoco serán iguales. El conocimiento que se obtiene en cada relación sujeto-objeto no siempre es el mismo. De ahí la importancia de reconocer por lo menos, tres tipos o niveles de conocimiento, porque si no son los mismos sujetos los que observan y si no son los mismos objetos los observados, los resultados de dichas observacio­nes o relaciones tendrán que ser también diferentes.

La única manera de "producir" conocimiento será a partir de la re­lación establecida entre el sujeto y el objeto.

El conocimiento empírico

Este tipo de conocimiento se refiere al hecho de que el sujeto llega a "reconocer" a "diferenciar" las cosas casi por rutina, por simple expe­riencia o práctica. Por ejemplo, cualquiera sabe que si se mete un vaso con agua al congelador el agua contenida en él se congelará, se hará hielo, pero no todos saben por qué sucede esto, qué relación tiene este hecho con la cohesión molecular. O bien, por qué si se mete un vaso con agua y sal disueltos, en este caso el agua no se congela. Todos saben que si se mete un vaso con agua en el congelador, ésta se hará hielo, se sabe que al poner agua en un recipiente en la lumbre, el agua se calen­tará, pero se desconoce el hecho del porqué sucede esto, por qué es posible que se caliente. Sólo se sabe qué hay que hacer para enfriar o calentar el agua, pero desconociendo los porqués de cada uno de es­tos procesos.
Este tipo de conocimiento es el conocimiento empírico, son cono­cimientos que se obtienen únicamente por la experiencia, a fuerza de repetirlos una y otra vez. Todos saben que si en un recipiente se pone agua hasta los bordes, ya no será posible verter medio litro más de agua en el mismo recipiente. Todo mundo sabe que de intentarlo el agua se tirará, pero se desconocen las razones físicas del por qué la capacidad del recipiente (volumen) se vio rebasada o por qué el agua se tira ha­cia abajo y no hacia arriba. El conocimiento está probado, comprobado por la práctica, por la experiencia de observar una y otra vez el hecho observado. El sujeto con el simple hecho de vivir y de relacionarse con los demás y con el mundo que le rodea aprende cosas sin necesidad de saber por qué es así y no de otra manera. El conocimiento empírico se obtiene de la relación que establece el ser humano con los objetos:
La práctica, la experiencia es lo primero que tuvo el ser humano en la carrera del conocimiento. Sólo observaba y por la experiencia adqui­rida supo que la tierra era de tales características; sin embargo, desco­nocía el proceso que hace posible el hecho de que la tierra le diera de comer, no sabía de fotosíntesis, de germinación, entre otras cosas. Sólo sabía que la tierra y no las piedras es donde tiene que depositarse la semilla para que crezca. Y eso es el conocimiento empírico, el primer tipo de conocimiento que se tiene de las cosas en general.
La misma palabra empiria da la idea de que se trata de poner en práctica, es decir, por la práctica, por la experiencia (Empeiria, palabra griega), lo cual se traduce de la siguiente manera: lo que se sabe se ha podido saber por la experiencia. El cúmulo de conocimientos se ha hecho casi por inercia. Pero efectivamente, este es el primer conocimien­to que la humanidad tiene de todo lo que le rodea, un niño no sabe de razones, sabe lo que sabe porque así lo aprendió o porque así le han enseñado, el niño hace las cosas que para el adulto tienen una explica­ción racional, el niño sabe hacer las cosas pero desconoce las razones.
La experiencia y, por ello, la práctica, hacen posible que actualmen­te un albañil o un mecánico cumplan con su trabajo, mas el albañil no es ingeniero o arquitecto; de la misma manera, el mecánico cum­ple con su trabajo y no es ingeniero. Tanto el albañil como el mecá­nico saben hacer las cosas sin necesidad de comprender por qué tienen que hacerlas de determinada manera, saben que si no se hace así el trabajo no saldrá bien y se explican las cosas a su modo, con su lógica, pero no con las razones o la lógica que ciertamente hace que las co­sas funcionen de una determinada manera. Por ejemplo, el albañil podrá construir edificios, mas qué sabe de tensión gravitacional, de velocidad de los vientos, del calentamiento del material, etcétera. El mecánico sabe colocar los escapes de un automóvil, pero qué sabe de combustión, de energía.
Ya se ha dicho, sin embargo no está por demás volver a señalar que el conocimiento empírico es el primer tipo de conocimiento que el ser humano, tanto en lo individual como en lo social, puede estructurar, porque tocia relación entre sujeto y objeto implica un tipo de conoci­miento que en este caso es el primer nivel del conocimiento.


El conocimiento teórico

A veces sucede que el niño va a la escuela o lee un libro y sabe cosas, o por lo menos cree saber cosas. Así sabe que la molécula de agua está formada por dos hidrógenos y un oxígeno y hasta se sabe fórmula H2O, sin embargo nunca ha separado la molécula en hidrógeno y en oxígeno. De la misma manera aprende a contar, a sumar, a restar. No sabe qué es un número y a pesar de ello trabaja con los números. Todo mundo sabe de la existencia del planeta Plutón mas no es posible que todos puedan demostrar la veracidad de tantas y tantas afirmaciones, las cuales se repiten y se repiten en la escuela. Entonces ¿qué pasa?, ¿en realidad se está hablando de conocimientos o esto no es un conocimien­to? ¿Es, acaso, que todo lo que se dice "saber" o "conocer" se tiene que comprobar? Si así fuera la vida no alcanzaría para comprobar tocio lo que se conoce. Tampoco se trata de que "conocer" es repetir fielmente lo que dicen los libros, sino que, por el contrario, se pretende, en el mejor de los casos, tener un mínimo de acercamiento a lo que se dice y este es, precisamente, el conocimiento teórico.

El conocimiento teórico está protegido por el aval de la ciencia, se diría que así lo dice la ciencia y no habría posibilidades de comprobar lo que se afirma. Sólo unos cuantos podrían tener acceso al conocimien­to, los que le construyen y todos los demás serían una especie de receptáculos pasivos, que sólo toman lo que se dice y se repite tal y como se dice. Ahora, no se trata de pretender comprobar uno y otro conoci­miento, sino, lo que se quiere decir, es que se intente conocer lo que se repite. Por lo tanto no se trata de comprobar todo lo que se sabe, porque entonces resultaría que si no se comprueba por cada uno de nosotros, el conocimiento no existe, de tal manera resulta que el sistema solar no existe, que las células no existen, tampoco los átomos. Nada sería posible si no se comprobara. Por supuesto que no es esta la pretensión, sino que, más bien, se trata de aprender y dominar, hasta donde sea posible, la lógica que hace posible la existencia del conocimiento. Por ejemplo, si se sabe sumar, para probarlo bastará con efectuar algunas operaciones aritméticas, de lo contrario se puede pasar la vida sumando y sumando para comprobar que se sabe sumar. De igual modo, no es necesario pasarse la vicia restando y restando, bastará con conocer la lógica que permite el hecho de que 2 - 2 es cero (0), sin necesidad de estar restando una y otra vez.
El conocimiento teórico es aquel conocimiento que sólo se conoce en teoría y que no es posible de ser comprobado en la práctica; es como hablar del mar sin tener una referencia más práctica, o como hablar de la germinación de una semilla sin siquiera conocer, tocar una semilla.

Si bien es cierto que hay muchos conocimientos que son imposibles de comprobar por el común de la gente, como puede ser el hecho de la existencia del planeta Plutón; sin embargo, esto no impide el que se mire el cielo de noche. El conocimiento teórico es un cúmulo de conocimien­tos de suma importancia, este acopio de conocimientos ha sido posible porque se le ha construido, el problema radica cuando sólo se repite a ciegas dicho conocimiento sin tener la menor oportunidad de comprobarlo, si no en la totalidad del conocimiento, sí en la lógica que lo haría posible.
Si existe el conocimiento acumulado habrá cíe procurarse su uso, su aplicación, si es posible aplicarle y comprobar su veracidad. El conoci­miento no es ajeno al objeto de que trata, sino que precisamente se ha obtenido de él, de su estudio. En muchas ocasiones el conocimiento existente no es posible aplicarlo, porque a lo mejor no existen las condi­ciones adecuadas para su aplicación y en ese caso sí se estará auténticamente frente a un conocimiento teórico, porque la propuesta explicativa existe, pero no hay posibilidades de comprobarla.

Tanto el conocimiento empírico (práctico) como el conocimiento teórico (sin práctica) son dos niveles de conocimiento importantes para el ser humano, y lo importante de la existencia de estos dos conocimien­tos es que juntos han hecho posible que el conocimiento empírico y el conocimiento teórico se enriquezcan cada vez más.

Conocimiento científico

El conocimiento científico no es simplemente la unión del conocimiento empírico y el conocimiento teórico, sino que se habla de conocimiento científico cuando se presentan ciertas características, tales como:


• Orden
• Jerarquización
• Progresión
• Comprobación
• Predicción

Recuerde el ejemplo del niño que aprende a sumar y a restar, pri­mero tendrá que ejercitar una serie de operaciones sencillas, habrá de buscar una representación con sentido para que el niño pueda verificar lo que está aprendiendo, de tal suerte que no sólo aprenda a sumar y a restar sino que, dimensione lo que esto significa con hechos prácti­cos, concretos. Después de manejar y dominar operaciones sencillas, entonces puede pasar a presentar operaciones aritméticas más compli­cadas como la multiplicación. Ya que, en un sentido estricto, la multi­plicación puede interpretarse como una suma abreviada, por ejemplo; si se trata de multiplicar 10 por 10, lo que en realidad se está realizando es la suma de diez veces el número 10. ¿Cómo multiplicar si no se sabe sumar?

En este simple hecho de pasar de la suma a la multiplicación se reunen varias características que hacen la existencia de un conocimientoto científico, como el hecho de que el niño ha dimensionado la dife­rencia entre un número y otro y ha distinguido que hay números de menor valor y de mayor valor, es decir, el conocimiento es ordenado y jerarquizado; cuando el niño aprende a sumar en cosas prácticas, con­cretas, se alude al hecho de que el conocimiento es "comprobable". El poder pasar a la multiplicación, después de dominar la suma, significa la posibilidad de considerar al conocimiento como algo "progresivo", después de multiplicar, podrá pasar a otra operación: la división.
El conocimiento científico es un proceso que va desde el aprendizaje empírico hasta el hecho de la "predicción" de resultados posibles. Por ejemplo, el sol, como estrella que es, vive y va a morir, lo que podemos apreciar como su brillo son las múltiples explosiones que lo están que­mando, por lo tanto algún día morirá; puede predecirse este hecho a partir tic1 la existencia de una serie de conocimientos previos que permiten, de manera seria, comprobarlo, si no precisamente con nuestra estrella, sí con otras estrellas. Hoy en día a nadie sorprende una serie de hechos, sucesos conocidos de antemano como los eclipses, éstos son predecibles gracias a la labor de los astrónomos que calculan velocidades, distancias, etcétera y que, con facilidad, el público no científico puede apreciar estos fenómenos naturales.

Es necesario diferenciar dos cosas importantes: una es hacer ciencia, construir, conformar conocimientos científicos y otra, distinta, es ser un estudioso de la ciencia. La mejor manera de llegar a construir cono­cimientos es preparándose, estudiando lo que es y ha sido el conoci­miento a lo largo de la historia, tomando en cuenta que el conocimiento científico es la aportación que hace la ciencia a la convivencia humana.

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